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dilluns, 30 de juny del 2014

educa2, notícies que ajuden a educar
 
Hi ha un bloc molt interessant que es diu educa2, noticias que ayudan a educar, que creiem que us pot agradar. http://educa2.info/
 
Entre els molts articles que té, n'hem volgut ressaltar un i fer-vos partíceps del mateix, i que parla sobre els nens i la manca que aquests tenen de la natura en els nostres dies.
 

Déficit de naturaleza


Parece de cajón: infancia y naturaleza van juntas. No podría entenderse una niñez sin jugar al aire libre, subirse a un árbol, ir a buscar moras y piñones o explorar un bosque. Sin embargo, en el siglo XXI, esta relación niños/naturaleza no es tan fluida. De hecho, en los países más “civilizados” el “salir a que les de el aire” empieza a ser una excepción, no una norma.
niños y naturaleza
 
Rescato esta entrevista de Jesús Sancho, en La Vanguardia digital titulada “Los niños conocen más nombres comerciales que de plantas” a Heike Freire, autora de un libro titulado ‘Educar en verde’ (Editorial Graó). Freire, psicóloga y filosofa, tiene también un blog, http://educarenverde.blogspot.com.es/, en el que insiste en la necesidad de que los niños, hoy más que nunca, estén en contacto con la naturaleza: un derecho en la infancia. Este no-contacto, explica, tiene consecuencias a nivel de salud y comportamiento:
 
“Hay investigaciones que alertan sobre problemas de sedentarismo, aislamiento, exceso de tecnología y la falta de contacto con lo concreto, con las cosas vivas (…) Niños que cada vez llegan a las escuelas infantiles con más problemas de motricidad, hiperactividad o el déficit de atención, que muchos investigadores achacan a este falta de contacto con el mundo natural y a esta falta de espacio de libertad.”
 
Para Freire, el medio ambiente debería estudiarse igual que estudiamos matemáticas: “Los niños necesitan ese primer contacto real con las cosas y el problema es que los espacios en los que viven actualmente son espacios en los que tienen acceso a nivel puramente simbólico y, de ahí, el analfabetismo ecológico que tienen muchos hoy en día”.
 
La autora habla también en la entrevista de iniciativas como No Child Left Inside (algo así como “ningún niño encerrado en casa”), un movimiento nacido en 2005 en los EEUU para estimular la educación medioambiental y garantizar el derecho de todo niño a tener un contacto con la naturaleza.
 
Su ideario, entre otros, reivindica lo que los niños deberían hacer cuando son niños. Cosas como chapotear en el agua limpia y respirar aire puro; plantar semillas y verlas crecer; subirse a un árbol y rodar por una colina de césped; hacer rebotar una piedra en el agua; descubrir la vida salvaje en el jardín trasero de casa (aquí debería ser en el parque cercano a casa) y disfrutar de la visión de un atardecer y un amanecer.
 
Este movimiento nació en parte a raíz del éxito de un libro, ‘Volver a la naturaleza’,  (RBA) del periodista RICHARD LOUV, donde, entre otras cosas, denunciaba lo que ha bautizado como el “síndrome del déficit de naturaleza” que sufren millones de niños en el país que inventó los centros comerciales y, sospecho, los chiqui-parks.
 
Lo cierto es que ambos autores van bastante bien encaminados: los niños hoy juegan mucho menos al aire libre porque, en parte, el “aire libre” está invadido por los coches y sus padres van tan liados que tienen poco tiempo para sacarlos. Pero, también, hoy cuentan con entretenimientos mucho más seductores en casa (plays, wiis, la clásica televisión). Por otro lado, muchos progenitores prefieren tenerlos a resguardo de fríos (en invierno) y de suciedades y otros posibles peligros (el resto del año). Además, con tanta extraescolar, sus agendas van tan cargadas que no tienen demasiado tiempo para que les toque un poco el aire, francamente.
 
La entrevista a Freire en LV tiene un montón de “likes” y varios comentarios. Como suele pasar en estos foros, éstos son en general poco constructivos, algunos, incluso burlones:  “Voy corriendo a comprar el libro”, dice uno. “Esta mujer da consejos tan revolucionarios (…) ¿Sacarlos al parque? No se me había ocurrido! Esta mujer es una eminencia!!!!”.  Otro: “Normal que los niños conozcan marcas comerciales. Nacen y viven en una sociedad de consumo. Vaya descubrimiento”.
 
Como respuesta a otro lector que dice que “que ojalá supiera el doble de lo que sé” (en referencia a su analfabetismo ecológico), otro le contesta que no sólo son  los niños los que lo sufren: “Yo soy adulto y sólo conozco diez plantas…. ¿Tan extraño es?”
 
Vaya, que qué pasa si no sabemos que árboles crecen en nuestra calle o en la plaza, o cómo se llaman esas flores o esas plantitas mindunguis.
 
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Pues, en mi modesta opinión, pasa. Este conocimiento, no solo es cultura, sino también, una manera de hacerles valorar más su entorno y de hacerles entender a los niños (que en general, ven una planta y la primera tentación es arrancarle las hojas o cortar una rama para hacerse un palo), que lo verde tiene mucho valor y debe respetarse. Cuando sabes el nombre de algo o de alguien, ya se le respeta más.
 
Además, la observación de la naturaleza es un entretenimiento bonito, barato y que puede unir a una familia. Suena cursi, lo sé, pero ahí fuera hay cosas maravillosas esperando a ser observadas, tocadas, olidas, percibidas y recogidas (que no arrancadas, ojo, qué manía con arrancarlo todo…).
 
Y no hace falta irse de safari a Kenia para disfrutar de la naturaleza. Como señala Freire, “A  veces cuando pensamos en naturaleza nos viene a la cabeza grandes imágenes de cascadas, montañas o valles verdes, pero los niños lo saben muy bien: esa hormiguita que ellos ven y esa plantita que crece en la esquina es naturaleza. Hay que  abrir las casas a esa naturaleza y entrar en contacto con ella diariamente aunque sea un rato. Tenemos una cultura de rechazo, de ver muchas veces la naturaleza como algo sucio y feo, y no debería ser así”.
 
Por último, sólo me resta felicitar a todos aquellos padres y madres que han pasado esas interminables horas en el parque (los ojos vidriosos, la mirada perdida mientras el retoño llena el cubo de arena por enésima vez), y a todos aquellos padres y madres quienes, desafinado el “estoy cansado!!!!” y los llantos y quejidos tras los primeros cien metros, persisten en la idea de que salir a pasear, al campo, a que “les de el aire”, es fundamental.